“No tengo miedo a la muerte”, declaraba Verónica Echegui en junio, cuando ya conocía su enfermedad. La actriz afrontaba su situación con normalidad ante los medios, manteniendo en secreto su estado de salud y contándoselo solo a unas pocas personas cercanas. La discreción y la intimidad fueron siempre sus máximas, incluso en los momentos más difíciles.
Ingresos hospitalarios y lucha en silencio
Echegui estuvo ingresada en el Hospital 12 de Octubre, en Madrid, desde finales de julio, según informó la agencia EFE. La actriz falleció este lunes a los 42 años, dejando en shock a familiares, amigos y compañeros. Su padre, su hermano y su exnovio, el actor Álex García, permanecieron a su lado hasta el final, tratando de asimilar una pérdida tan repentina.
Durante sus últimos meses, su estado de salud fue delicado, pero su optimismo y esperanza se mantenían intactos. Pese a las dificultades, Echegui continuó trabajando cuando su tratamiento lo permitía y se retiraba discretamente cuando necesitaba reposo. La periodista Paloma Barrientos confirmó que hubo varios ingresos, pero nadie esperaba que el desenlace llegara tan pronto.
El actor y director Daniel Guzmán, que colaboraba con ella en un proyecto reciente, respetó la petición de discreción que le había hecho la propia actriz. Así, amigos y compañeros protegieron su privacidad hasta el último momento.
Un adiós íntimo y familiar
Sus amigos y compañeros se despidieron de ella el pasado lunes, y este martes se celebrará un último adiós privado en el tanatorio de La Paz, en Madrid, a las 11 de la mañana. La ceremonia refleja la forma en que Verónica llevó su vida: discreta, íntima y alejada del ruido mediático.
Reflexiones sobre la vida y la muerte
En una entrevista con la revista Fotogramas por su serie A muerte, Verónica compartió su visión sobre la muerte: “Creo que esta sociedad se ha esforzado mucho en que tengamos miedo a la muerte. Yo, más que miedo a la muerte, tengo miedo a la enfermedad y al sufrimiento”.
Sus palabras, pronunciadas mientras estaba en tratamiento, muestran la claridad y el optimismo con los que enfrentaba la enfermedad. Hoy, tras su fallecimiento, su entorno recuerda estas reflexiones como un reflejo de su valentía y serenidad.