Sara Carbonero e Iker Casillas intentan regresar con normalidad a su rutina después de los sustos que han tenido los dos en temas de salud. Ella tuvo que ser operada de un tumor en el ovario y él fue intervenido de urgencia de un infarto de miocardio.
La pareja se ha instalado en la capital madrileña junto a sus hijos para seguir de cerca la evolución de la periodista durante los próximos meses. El fin de semana pasado, la familia viajó hasta Navalacruz, el pueblo natal del portero, donde estuvieron con los padres de él.
La relación de Iker con sus padres ha mejorado mucho tras pasar más de 10 años sin hablarse con ellos a raíz de la gestión del patrimonio del portero. En cambio Sara sigue sin reconciliarse con su padre. Una mala relación que ha salido ahora a relucir cuando el portero ha limado asperezas con los suyos.
Sara no se habla con su padre desde hace cinco años cuando salió a relucir, según varios medios, que su padre se dedicó a timar a gente su pueblo, incluido el novio de la hermana de ella. El padre fue condenado a dos años de cárcel por un delito de estafa continuada y, desde ese momento, Sara no ha vuelto a querer saber nada de él.
El difícil momento por el que ha pasado la periodista tras ser invervenida de un tumor en un ovario, contra el que tendrá que seguir luchando en los próximos meses, no ha servido para que su padre y ella mantengan ni una relación cordial.